Dicen
que sucedió durante la invacion mexica, cuando la guerra fue
especialmente despiadada.
Entonces;
todos los pueblos del señorio
fueron llamados a la guerra para expulsar al enemigo. Una mañana
despiadadamente fría, salio de Yehualtepec un grupo de varones naturales del lugar, dispuestos a expulsar a los invasores. Entre
ellos estaba un joven recién casado con la dama mas bonita del
pueblo. La joven esposa no quería que él fuera a la guerra. Pero
pelear contra el enemigo era un honor. El marcho alegremente. Ella
quedo muy triste, con la esperanza de ver a su esposo volver.
El
tiempo pasó; el ejercito local fue derrotado. Muchos valerosos
guerreros fueron tomados prisioneros, y después comidos por los
invasores.
La
joven esperaba todos las tardes el regreso de su amado. Pasaron días,
semanas, meses. Pero ella se negó a aceptar que su esposo ya no
estaba en este mundo.
Todas
las tardes, sin falta; vestia enagua larga de manta blanca, blusa
blanca con bordados en el cuello, y cubría su cabeza con un rebozo también blanco. Salia a esperar a su amado. Dicen que le hablaba a
las nubes, que le sonreía al viento, que lo llamaba con sus hermosas
manos, le decía: ven querido mio, sígueme.
Los
sacerdotes del pueblo, al ver tanto sufrimiento, decidieron implorar
al dios del inframundo. Para que se apiadara de ella, y la llevara a
reunirse con su amado.
Así;
una tarde, cuando ella salio a esperar vestida de blanco. El dios de
la muerte acompañado
por una nublazon negra, como un desfile de lo macabro, paso por ella
para reunirla con su amado.
Pero
el buen dios quiso que este inmenso amor fuera recordado para
siempre, y creo un anima, que vagara en busca de su amor.
Desde
entonces; cuando algún hombre del pueblo sale de una fiesta a altas
horas de la noche, y a tomado sus copitas. La puerta de los mundos,
que separa los vivos de los muertos se habré. Y da paso a una mujer
vestida de blanco, que camina por el jaguey sabino, rumbo a la
barranca Yahutecuana en dirección al camino viejo a Zuzutla y San Mateo Tlacomulco. Ellos juran que la mujer los apalabra, que les sonríe, que con su mirada dice: ven querido mio, sígueme. Y que con
sus hermosas manos les hace señas para que la sigan.
Entonces a los borrachitos les surge el irresistible
deseo de seguirla, y van tras ella. Pero por mas que arrecian el
paso, nunca la alcanzan. Y si por la apuracion de seguirla no miran
el suelo que pisan, pueden llegar al borde de la barranca y caer por
el desfiladero. Muchos han caído por lo mas profundo, otros solo
sufren magulladuras y descalabros, entonces vuelven a casa sobrios,
recordando que esta es una lección a los vivos. De que no hay nada
mas fuerte que el amor.
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