sábado, 15 de agosto de 2015

El burro sin cabeza



Con la llegada del hombre blanco y barbado, llegó el terror y la muerte. Hacían grandes masacres en los pueblos donde llegaban. Los antiguos dioses fueron desterrados, sus templos destruidos, y sus sacerdotes torturados y asesinados.
Los hermosos códices que contaban la historia de estás tierras, fueron incinerados en hogueras publicas, en ofrenda al dios crucificado.
Una tarde, un viejo sacerdote de la antigüedad, que sabiamente había mantenido en secreto su oficio. Miraba impotente como su pueblo era obligado a levantar una iglesia. Un templo al nuevo dios. Su cara serena ocultaba el llanto de su corazón.
Caminó a su refugio secreto entre los cerros, dispuesto a hacer que la historia de su pueblo y sus dioses, no fueran olvidados. Usò el poder de los dioses de está tierra, y elaboro un encantamiento.

Detrás de la iglesia que se construía, en honor al dios de los recién  llegados lanzó  unas palabras mágicas al viento, para que en noches sin luna, y en total silencio, se viera el andar de un burro, pero sin cabeza, que siguiera a los caminantes nocturnos. Seguido de un viento macabramente frío, cargado de miedo. Para que cuando estos hechos fueran contados, todos recordaran que una vez un pueblo fue cruelmente destruido. Con sus templos, sus códices, sus jícaras abrillantadas con hueso de zapote amarillo. Y sus hombres que vestían con mantas blancas, muy buenas y galanas.

Desde entonces; los que caminan en la noche, por las calles que se encuentran a espaldas de la iglesia, cuando no hay luna y reina el silencio. Sienten una extraña compañia, escuchan pasos en el silencio de la noche. Y al voltear ven a primera vista un burro, pero cuando este se acerca mas, descubren aterrados, que no tiene cabeza. Entonces un viento frió inunda el ambiente. Es el viento macabro del miedo.
Los asustados corren despavoridos, en dirección a la cruz del jaguey. Por que solo ahí cerca de la cruz, la visión desaparece, el burro sin cabeza no puede seguir, y el miedo no cala mas.

El jaguey ya no existe, el burro sin cabeza sigue caminando. Y la cruz del jaguey sigue ahí, auxiliando a los caminantes de la noche.
Cruz, ex jaguey de la iglesia. foto: Aldo Uchiha




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